En las últimas horas, una grave denuncia por abuso sexual contra Javier Riveros, director del ballet de San Juan que participa en el Festival de Cosquín, generó repercusiones tanto judiciales como sociales. La acusación fue presentada por una mujer ante el Centro de Asistencia a Víctimas de Violencia Intrafamiliar y de Género (CAVIG), en un proceso que se desarrolló mientras el coreógrafo competía en la provincia de Córdoba. La mujer relató que los hechos ocurrieron hace más de ocho años, pero fue recién ahora cuando decidió formalizar la denuncia.
Leé también: ¿Abuso sexual y poder?: dos denuncias estremecen a San Juan
Sin embargo, la noticia no solo ha centrado la atención en la gravedad de la denuncia, sino también en los numerosos cuestionamientos vertidos por usuarios de redes sociales. Muchos sanjuaninos y sanjuaninas expresaron su incomodidad por el hecho de que la denuncia se realice después de tanto tiempo, acusando a la víctima de demorar en denunciar.
Frente a esta situación, la Colectiva Trabajadoras Escénicas San Juan emitió un comunicado en apoyo a la denunciante, rechazando los comentarios que violentan aún más la situación de vulnerabilidad de la víctima. “Desde la colectiva acompañamos a la denunciante contra el coreógrafo Javier Riveros. Los ambientes en los que trabajamos deben ser espacios libres de violencia contra las mujeres y diversidades. Repudiamos los comentarios de los usuarios de medios de comunicación que cuestionan a la víctima, violentando aún más su situación”, expresaron en su declaración.
En un contexto judicial complicado, también se pronunció el fiscal Roberto Ginsgberg, quien integra la Unidad Fiscal de Investigación de Delitos de Violencia de Género (CAVIG). En relación al tiempo transcurrido para presentar la denuncia, Ginsgberg manifestó: “No soy nadie para cuestionar las denuncias. Las personas denuncian cuando pueden, y nosotros las tomaremos como si el hecho hubiera ocurrido ayer”. Esta postura pone de relieve la importancia de no juzgar ni cuestionar a las víctimas por el tiempo que tardan en contar lo sucedido, ya que cada persona enfrenta su experiencia de abuso de manera diferente y muchas veces lo hace en su propio tiempo y bajo condiciones de gran vulnerabilidad.