En menos de 24 horas, dos figuras de poder de San Juan fueron señaladas por denuncias de abuso sexual. El caso del cirujano Fabián Peláez, detenido por trata de personas, y el de Javier Riveros, director de un ballet folclórico, reflejan la vulnerabilidad de las mujeres frente a quienes ostentan poder.
El cirujano más conocido de San Juan
El lunes 27 de enero, la provincia de San Juan se vio sacudida por una denuncia de abuso sexual que involucró a uno de sus hombres más influyentes: Fabián Peláez, un reconocido cirujano plástico, dueño de una clínica en el centro de la ciudad. La acusación, que se hizo pública esa misma tarde, llegó con fuerza cuando la noticia trascendió que el acusado fue detenido en Buenos Aires, tras un grave suceso en el barrio porteño de Palermo.
Una mujer de 34 años, oriunda de San Juan, se arrojó desde un primer piso en un intento desesperado por escapar de la violencia y el abuso al que había sido sometida. Según la denuncia, la mujer fue retenida por Peláez durante años, drogada y explotada sexualmente. Tras el salto, que la dejó internada en el Hospital Fernández, se conoció la identidad del detenido, lo que desató una serie de reacciones en la provincia, donde el cirujano gozaba de prestigio.
Aún en shock, la víctima detalló en su declaración que el acusado no solo la había sometido a condiciones inhumanas, sino que también la comercializó sexualmente. La Justicia Federal, que tomó el caso, está tratando de corroborar la veracidad de los testimonios, mientras la mujer continúa en observación médica. La noticia se convierte en un hito doloroso para muchas, porque pone en evidencia cómo el poder de ciertos individuos puede ocultar el sufrimiento de las víctimas durante años.
El mundo del folclore conmocionado
No pasó mucho tiempo hasta que otra denuncia relacionada con un hombre de poder en San Juan saltó a los medios. Esta vez, el acusado es Javier Riveros, director del ballet folclórico que representa a la provincia en el reconocido Festival de Cosquín. En la mañana del martes 28 de enero, Riveros fue notificado de la denuncia por abuso sexual, que fue radicada por una mujer que, según relató, fue atacada cuando tenía 22 años.
Aunque el hecho ocurrió hace ocho años, la denuncia fue tomada con la misma seriedad por el fiscal Roberto Ginsberg, quien lidera la investigación en la UFI CAVIG. El hecho de que Riveros estuviera en pleno festival en Cosquín no impidió que la denuncia siguiera su curso. En este tipo de casos, donde el tiempo juega un papel importante, las pericias psicológicas son esenciales para comprender el impacto emocional de la víctima y fortalecer el caso.
“Cada víctima tiene sus tiempos para denunciar, y ese aspecto debe ser respetado en todo momento”, señaló el fiscal, reafirmando el compromiso del sistema judicial con la seriedad que merecen estos casos, independientemente del paso del tiempo.
El poder y su sombra
Ambos casos, tan distintos en sus contextos pero similares en su impacto, nos enfrentan a una dura realidad: la vulnerabilidad de las mujeres frente a los hombres que ostentan poder, ya sea en el ámbito médico, cultural o cualquier otro. Las denuncias contra Peláez y Riveros no solo revelan abusos de poder, sino que también subrayan la importancia de escuchar y respaldar a las víctimas, sin importar la posición social o profesional de los acusados.