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Por: Marcela Silva

 

Carolina Amaya, a sus 29 años, experimentó un giro en su vida que cambiaría su camino para siempre. Un autoexamen mamario rutinario la llevó a descubrir una pequeña protuberancia en uno de sus senos, marcando el comienzo de una batalla contra el cáncer de mama que desafiaría su fuerza y determinación.

 

No fue un proceso inmediato acudir al médico, pero cuatro meses después, cuando esa pequeña protuberancia se convirtió en una preocupante realidad, Carolina decidió buscar ayuda en el Hospital Guillermo Rawson. Una ecografía mamaria reveló la posibilidad de que se tratara de cáncer de mama.

 

Tras una dolorosa biopsia, el temor se confirmó: Carolina, madre de tres hijos, estaba luchando contra el cáncer de mama a una temprana edad. Aunque solo tenía 29 años, estaba a punto de enfrentar un tratamiento médico que describiría como “nada fácil”.

 

Cuando el médico pronunció esas devastadoras palabras, el diagnóstico de un tumor maligno, Carolina sintió una mezcla de emociones, pero el enojo predominó. “En mi caso particular, sentí mucha rabia hacia la vida. Sentí que era injusto, pero en este camino he conocido a mujeres que sucumben ante la angustia y otros sentimientos de lucha. Pero tenía claro que no iba a rendirme”, expresó Carolina en vísperas del Día Internacional de la lucha contra el Cáncer de Mama.

 

Otro de los momentos difíciles de su viaje fue explicar a sus hijos que estaba enferma. Carolina eligió la honestidad y les comunicó que, debido a su enfermedad, perdería el cabello. La decisión de raparse la cabeza fue un momento conmovedor, ya que marcó la comprensión de sus hijos. Carolina optó por no usar peluca y en su lugar, eligió llevar un turbante con dignidad.

 

En medio de su lucha, Carolina se cruzó con Sandra Basso, una trabajadora social del hospital. De su colaboración surgió la idea de crear una organización sin fines de lucro llamada “Juntas se puede”. Junto a otras pacientes, iniciaron una asociación que se ha expandido gradualmente.

 

El objetivo de “Juntas se puede” es mejorar la calidad de vida en el sistema de salud pública y facilitar el camino para las mujeres que luchan contra el cáncer de mama. Ofrecen apoyo a través de talleres y comparten la valiosa experiencia de Carolina para inspirar a otras mujeres en su lucha contra esta enfermedad.

 

La historia de Carolina Amaya nos recuerda que, a pesar de los desafíos abrumadores, la fuerza interior y la solidaridad pueden transformar la adversidad en empoderamiento y esperanza.