Cerca de las 22 del sábado, confirmaron que falleció Rosita Collado, una de las referentes históricas del feminismo en San Juan. La presidente regional de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos murió a sus 93 años mientras estaba en su casa.
Rosita Collado fue la fundadora y directora por 23 años del Colegio Central Universitario. “Diseñó y llevó adelante un modelo pedagógico de avanzada. Nos ayudó en el Colegio a dar los primeros pasos en la militancia política en el Centro de Estudiantes, en pleno retorno de la democracia (1983)”, escribió Marita Benavente, secretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación en sus redes sociales.
Rosita actualmente era la coordinadora de a APDH, pero también militó en el colectivo Ni Una Menos y fue una incansable luchadora por los derechos de las mujeres. En el 2019 le entregaron un reconocimiento por su lucha por los derechos humanos y también fue reconocida en el Senado de la Nación.
Desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos publicaron un emotivo comunicado:
“Todo lo que construimos en la provincia fue a partir de su ejemplo, sus enseñanzas, su empatía para escuchar y explicar una y otra vez las desigualdades históricas. Su defensa por los Derechos Humanos nos llenó de alegría y compromiso.
Rosita abrazó a cientos de mujeres para que pudieran hablar, gritar, escapar, renacer. Tendió redes y de su mano nacieron las hijas y las nietas del feminismo en San Juan. Acompañó todas las luchas en las calles, en los juzgados, en los juicios de lesa humanidad, en las cárceles, en la villa y nos abrió el camino a otres para sostener las banderas de la Verdad, la Memoria y la Justicia.
Resistió todo tipo de persecución y siempre puso el cuerpo, porque estaba convencida que un día, esa mitad del mundo que eran las mujeres, las trans, las travas, iban a poder caminar libres.
Un día el miedo se va a terminar, luchando, se va a terminar…, siempre nos decía. Y nos consolaba cuando las injusticias eran insoportables.
La vamos a extrañar tanto…
Porque fue un faro en los momentos más hostiles, porque sabía organizar las batallas y reunir a cientos que se juntaban para escucharla.
No tuvo miedo. Nunca tuvo miedo.
Personas como ella nos dan esperanzas de que vamos a poder dar vuelta todo. Que un día la solidaridad y la justicia llegará a cualquier lugar del mundo.
Sembró miles de fueguitos que hoy arden en organizaciones sociales, escuelas, universidades, barrios populares y se replican en historia de conquistas.
“Se llora y se sigue”. Hubiera dicho.
Hasta la victoria siempre querida amiga, compañera feminista, hermana”. APDH San Juan