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Ana Paula Escobar Pagés habló casi dos horas con 911mujer y pidió que se publique su nombre. Por eso, se decidió respetar su decisión de dar a conocer su identidad.

 

Ella accedió de inmediato a contar su historia que espera poder cerrar mientras realiza terapia y acompaña a mujeres que sufrieron como ella, la violencia sexista. “De la violencia machista se sale, pero las secuelas duran mucho tiempo”, expresa en alguna parte de una entrevista que se extendió en dos etapas.

 

Ana Paula, sobrevivió a tres parejas que ejercieron violencia y que después de escucharla, que esté acá con nosotras suena a milagro.

 

Tenía 17 años cuando por primera vez fue golpeada por su novio, quien también es el “progenitor” de su hijo de 16 años. “Estuve dos años y medio y ahí conocí la violencia física psicológica y sexual. Fue  el típico violento de manual”.

 

Mientras transcurría el 2008, en un contexto social y cultural muy distinto al actual, ella recuerda que no era visible ayudar o acompañar a las víctimas de violencia de género. “No había organización que acompañara y en los medios no había nada”, añade mientras se prepara para relatar la dura experiencia que le tocó vivir, pero que le permitió tomar una decisión que quizás le salvó la vida. Viví un situación extrema. Fuimos a un cumple y cuando me quise volver porque estaba en etapa de amamantamiento me insultó por lo que decidí irme sola y mientras esperaba un remis, me ahorcó. Por suerte, llegaron dos personas y me soltó. En ese momento tenía mi primer celular y llamé a mi mamá”, expresó.

 

Después de ese momento siguió padeciendo la violencia machista. Su expareja la seguía cada vez que asistía a la Facultad de Arquitectura donde estudió Diseño Gráfico. “Me esperaba en el estacionamiento y fue ahí que comencé a contarlo. Algunos compañeros me acompañaban de ida y vuelta”, añade a una historia que aún sigue recordando.

 

Después de esta relación empezó terapia, pero abandonó y conoció a otra persona posesiva. Mientras tanto realizaba su tesis basada en una campaña de prevención de la violencia de género.  “En mi tesis, la profesora me dijo que no aprobaba el tema si no lo cambiaba, ya que era acotado, pero me paré delante del curso y conté lo que viví. En el 2008 yo era la loca o la puta y en San Juan no había campañas respecto a esto. Es fácil hablarlo de afuera. Siempre dicen ante el primer golpe te vas, pero antes hubo un trabajo de hormiga que empieza con la desvalorización que se deja pasar, pero cada insulto cala hondo”.

 

Fue en ese momento que Ana Paula comenzó de manera natural y después de pararse en su curso y relatar lo que vivió a acompañar a víctimas de violencia machista.

“Es complejo buscar ayuda, acceder a terapias es caro. Pero, si vos tenés una amiga, una hermana vecina lo que fuera que te escucha y te acompaña, se puede comenzar de a poco a salir”.

“Se empezó a dar de manera natural y me empezaron a buscar amigas de amigues y mi posición siempre fue humilde. Simplemente escucho y les creo por más que yo no voy a resolver esa situación”, agrega mientras cuenta que comenzó a escribir un libro y le quedan algunos capítulos. “Volqué sin filtro todo lo que vive una víctima. A mí me pusieron un arma para cogerme, me arrastraron por el piso embarazada y eso me sirvió para contarlo. Yo creo que cada vez que hablé me libré y alguien más me contó una historia”.

 

Actualmente,  Ana Paula trabaja en el manejo de una web institucional y mientras hace home office sigue recordando la tercera relación que llegó hasta la Justicia y que espera pronto poder tener una respuesta.

 

En el 2012 conoció al segundo “progenitor” de su segundo hijo. “Era un psicópata y salir de esa relación me costó mucho tiempo. Me sentía en un lugar oscuro y difícil de salir. Esta persona me manipuló a mí y a todo mi entorno. Era hábil, inteligente y siempre era el divino, pero  me arruinó todas las fechas de mi vida”.

 

Durante la relación que tuvo con el músico hubo violencia física, psicológica y sexual. “Me perseguía por mi casa con mi bebé en brazos amenazando que nos mataría, me llevaba por circunvalación a toda velocidad y psicológicamente me destrozó. Me decía bizca, gorda cuando pesaba 40 kilos en ese momento y esas frases no paraba de decirlas y podía estar una hora repitiendo que le hiciera sexo oral o que era una puta” agrega.

 

Ana Paula pasó gran parte del embarazo en un contexto de hostigamiento y fue en esta etapa que resurgió Ni Una Menos y fue justamente cuando decidió movilizarse cuando su pareja decidió irse de su casa. “El abandono también es violencia”, repite antes de contar otra dura experiencia.

 

“Cuando fui a parir reapareció después de 2 meses de abandonó. Me estaba “cuidando” ya que mi hijo estaba en neo. Cuando de repente pone un sillón en la puerta y descuelga el teléfono para colocarse al lado de mi cama y abusar sexualmente de mí. Pero, cuando tuvo que pagar la habitación se enojó y se fue”.

 

Ana Paula mientras estaba en la etapa de puerperio no logró advertir que había sido abusada, sino que pasó un tiempo para darse cuenta que había sido vulnerada en su integridad sexual y por eso la causa se inició en el Tercer Juzgado de Instrucción y aún sigue en espera de una resolución.

 

En ese momento, denunció en la Comisaría de la Mujer y luego de esa presentación obtuvo una restricción perimetral. Paralelamente se tramita otra causa judicial en un juzgado de Familia donde el gabinete psicológico expresó que esta persona “tiene agresividad sin freno”. Además, agregaron que su hijo no reconoce figura paterna solo identifica a su hermano y mamá.

 

“Es urgente que se aplique la Ley 26.485. No hay perspectiva de género en muchos sectores de  la justicia.  Esa persona sigue de manera impune su vida y no puede ser que los juzgados quieren re vincularlo  con los hijos. Estos vínculos no son saludables y ellos no cambian en el tiempo. Les niñes deben crecer en un ambiente libre de violencias  para ello debe primar la ley 26.061 donde es un derecho superior a ser a que niñes sean escuchadxs”, reflexiona.

 

“Siempre sentí, que mis ex eligieron violentarme, no son enfermos, son hijos sanos del patriarcado. Ellos decidieron hacerlo y no parar. Sus actos de violencia fueron de igual manera hacia mis hijos (fue directa hacia ellos también), mis hijos en los dos vínculos estaban en mi panza, luego lactancia y en cada situación estaban presentes. Por eso mismo, la justicia debe atender los casos con una visión de perspectiva de género y proteger a hijos y madres de igual manera”.

 

La importancia del acompañamiento

“Mis amigues nunca me dejaron sola y me acompañan desde siempre, mis hijos, Las chicas de Ni Una Menos me acompañaron de manera virtual muchas veces y mis padres desde otro lugar, mi psicólogo y mi abogada. Hoy estoy acompañando a algunas personas de manera individual. Es una luz estar en un grupo de acompañamiento y sobre todo las redes que se tejen. Una dice algo y a la otra le da fuerza para seguir. A mí, me salvaron los feminismos”.

 

Hoy Ana Paula sigue teniendo secuelas de los traumas que le generaron las violencias que sufrió. Hace años que no puede ver películas, series o fotos donde aparezcan escenas de violencia. Tiene nauseas, vómitos. No logra conectar con alguien, tiene miedos en torno a lo sexual y también ha padecido trastornos alimentarios.

 

El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se conmemora anualmente el 25 de noviembre para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo y reclamar políticas en todos los países para su erradicación.