Por: Marcela Silva
(911mujer.com@gmail.com)
El hecho de que las “choripaneras” salgan al acampe y copen en San Juan la calle 9 de Julio, entre General Acha y Tucumán, generó tanto odio que hasta se deseó, con el pretexto de mano dura, que vuelva Videla-quién desapareció a 30 mil argentinos. Su gobierno militar violó y torturó a miles de mujeres y un sinfín de hechos muy dolorosos para el pueblo argentino.
Pero no solo eso. Sino también generó el reproche a la piquetera con sobrepeso que además se atreve a usar zapatillas de marca. Y ahora me pregunto o te pregunto ¿Qué me importa a mí, si una mujer usa Nike, Reebok o Adidas? Si más de la mitad de los niños y niñas de Argentina son pobres ¿Qué me importa a mí si la “gorda planera” usa una campera de tal marca? Si hay comedores que no tienen leche.
“Reclaman alimentos y mirá como están” fue uno de los cientos de mensajes que inundaron las redes sociales y no sólo que discrimina, sino que refleja el desconocimiento de la profundidad de las crisis económica y política que atraviesa el país. “A más pobreza, más obesidad”, expresó un artículo publicado en La Nación allá por el 2.000 cuando asomaba otra dura crisis alimentaria. La coexistencia de obesidad y desnutrición es un fenómeno que crece en las clases más desfavorecidas de América latina, afirmó el doctor Manuel Peña, representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Kingston, Jamaica, y coeditor del libro “La obesidad en la pobreza. Un nuevo reto para la salud pública”.
Y mientras la inflación de agosto llegó al 4% según lo que publicó el INDEC e hizo un pico en la región de Cuyo marcando el índice más sobresaliente. Mientras que la anual se espera sea la más alta en los últimos 27 años, aún hay gente que critica a la “negra de mierda” que se atreve a tener zapatillas con cápsulas.
En el acampe quizás estaba el operador político, el oportunista o quien sabe quién; pero también estaba la doña que colabora con el merendero del barrio Valle Grande y que de 60 niños y niñas hoy tiene a más de 100 y estuvo con una mínima bajo cero, contando además que ahora también se acercó el abuelo jubilado que no le alcanza con lo que gana y quiere tomar una taza de yerbeado. En fin. ¿Qué derechos tiene la mujer pobre y gorda? Ninguno. Se la juzga porque tiene hijos, porque lucha con ellos, porque usa ropa de marca y por qué se atreves a córtanos la calle.