Un matrimonio de clase alta que después de más de casi treinta años llega a su fin. Mientras duró la relación, la pareja tenía un proyecto familiar que se basaba en la división tradicional de roles: hombre que trabajaba afuera, mujer que lo hacía dentro del hogar. Ella es una licenciada en Economía que dejó su carrera de lado para ocuparse de la familia y, luego del divorcio, vio muy deteriorada su situación económica.
La Justicia determinó que él debe compensarla por los años en que ella resignó su carrera profesional para dedicarse a tareas del hogar. El hombre deberá pagarle ocho millones de pesos como monto de compensación.
El Código Civil y Comercial, en su artículo 441, contempla que tiene derecho a una compensación el cónyuge a quien el divorcio produce un desequilibrio manifiesto que signifique un empeoramiento de su situación y que tiene por causa adecuada el vínculo matrimonial y su ruptura.
En el fallo del Juzgado Civil 92, que acaba de ratificar la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, la jueza María Victoria Famá consideró que “la dependencia económica de las esposas frente a sus maridos es uno de los mecanismos centrales mediante los cuales se subordina a las mujeres en la sociedad”.
La magistrada también tuvo en cuenta especialmente la edad de la mujer, que se separó a los sesenta años, momento en que las mujeres pueden acceder a una jubilación. Para la jueza, la mujer quedó privada de ingresar al mercado laboral.