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Se desempeñaron como enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas. Todas ellas estuvieron en contacto con soldados que fueron enviados al frente y luchan porque se reconozca su labor.

Como ocurrió con varios sucesos en la historia general, las mujeres que participaron de la Guerra de Malvinas fueron invisibilizadas y aún hoy, a 37 años de aquel fatídico 2 de abril, luchan por ser reconocidas.

Se trata de 6 voluntarias que abordaron el Rompehielos ARA Almirante Irízar y otras 13 integrantes de la Fuerza Aérea que trabajaban en el Hospital Reubicable de Comodoro Rivadavia. Todas ellas estuvieron en contacto con soldados que fueron enviados al frente y, como tales, merecen el reconocimiento de Veteranas de la Guerra de Malvinas.

Las primeras se embarcaron el 4 de junio de 1982. En un principio, planeaban enviarlas a un hospital montado en tierra en Puerto Argentino, pero el temor de que las tomen como prisioneras hizo que las ubiquen a bordo del Irízar.

Su arribo no fue fácil: cuando llegaron al buque hospital, situado a unos 600 metros de las Islas, los hombres se sorprendieron y comenzaron a cargarlas con el ignorante mito que asegura que las mujeres en un barco traen mala suerte.

A pesar de su inexperiencia, -en contraposición con las enfermeras británicas, que ya eran profesionales- ellas estaban en constante contacto con los heridos cuya gravedad impedía que continuaran en las Islas. Llegaban en helicópteros o gomones y eran subidos al buque prácticamente como se podía.

El segundo grupo eran enfermeras de rango militar que recibían unos 30 soldados por día, que arribaban al Hospital de Comodoro en barcos y aviones. De acuerdo al libro “Mujeres invisibles”, de Alicia Panero, lo que más recuerdan es a los heridos pidiendo por sus madres ni bien se abrían las puertas del avión.

Tenían entre 15 y 30 años. Fue un abuso del Estado reclutar menores de edad para este trabajo. Fueron invisibilizadas, ninguneadas, y olvidadas. Pero hoy nosotros y nosotras las recordamos.